La
infección por VIH está relacionada a largo plazo con un mayor riesgo de sufrir
un engrosamiento de la arteria carótida, lo que constituye un importante signo
de aviso temprano de enfermedad cardiovascular.
Diversos estudios
han demostrado que los pacientes con VIH corren un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, como ataques cardíacos o apoplejías.
No se conocen con
certeza las causas de esto, pero entre ellas pueden estar los efectos secundarios de algunos fármacos antirretrovirales, los factores de riesgo tradicionales
(como fumar, la dieta o la edad) o los efectos
inflamatorios de la infección por VIH.
Con todo, ha
resultado difícil desentrañar los motivos exactos, debido a que estos factores
de riesgo son muy prevalentes entre las personas con VIH.
En consecuencia,
un equipo de investigadores francés diseñó un estudio cuidadosamente controlado
que contó con pacientes infectados por VIH que estaban tomando tratamiento
antirretroviral, pacientes que aún no recibían terapia y personas que no tenían
el virus. Las características entre los tres grupos fueron similares y ninguno
de los participantes fumaba.
Los autores
monitorizaron el grosor de la arteria carótida, ya que ofrece una indicación del
grado de endurecimiento de las arterias, un síntoma importante de enfermedad
cardiovascular.
El engrosamiento
de dicha arteria fue un factor sólidamente relacionado con una mayor duración
de la infección por VIH.
Otro factor de
riesgo fue que el sistema inmunitario presentara una mala respuesta antiinflamatoria.
Un estudio aparte de EE UU evidenció que la infección por VIH aumentó en un 40% el riesgo de sufrir un
ataque cardíaco, mientras que el riesgo de desarrollar cualquier enfermedad
cardiovascular se incrementó en un 20%.
Dicho ensayo
contó con casi 250.000 pacientes, de los que alrededor del 10% tenían VIH.
La edad y el hecho de
tener un recuento bajo de células CD4 fueron factores ambos que aumentaron el
riesgo de sufrir enfermedad cardiovascular.